15 febrero 2020

Mudarse en París

Cada vez que le digo a alguien que he encontrado un apartamento decente en París, se le abren los ojos como platos y me preguntan a qué clase de demonios invoco. Lo cierto es que la cosa está muy chunga y cara por estos lares, por lo que he decidido hacer una entrada contando mi experiencia.

Hay varios factores que han afectado a largo de estos meses pero el predominante ha sido la suerte, y eso es innegable. Comencé a buscar piso a finales de octubre, cuando tuvimos la confirmación de que Sergio podría teletrabajar para su empresa de manera permanente. Al menos por unos meses, lo que nos aseguraba tener dos nóminas y que él tuviese tiempo de aprender el idioma tranquilamente.

Utilizando la web www.pap.fr contacté a un partticular que nos rechazó porque no ganábamos tres veces el precio del alquiler (un requisito que se lleva mucho en Francia). Nos pusimos en contacto con otro particular que encontramos por Facebook pero al final no nos convencía el sitio ni su localización así que ni siquiera fuimos a verlo.

El tercer particular que contactamos fue el primer apartamento que visitamos y que se convertiría en nuestra actual casa. Como a mi me gusta tocar puertas, puse anuncios en todas las web y aplicaciones que encontré, incluyendo Tinder (porque VERIFICADO que Tinder funciona para encontrar casa -contactadme para más información al respecto porque no viene ahora al caso-). Fue en NextDoor que un señor me respondió diciendo que acababa de reformar un piso que tenía pensado poner en alquiler a partir de diciembre. Las fechas cuadraban y justo nos ofreció visitarlo uno de los fines de semana de noviembre en los que Sergio estaba de visita. Fuimos, lo vimos y lo adoramos. El apartamento es pequeño, 28m cuadrados, pero está todo nuevo: la cocina, el suelo, las ventanas…

COCINA

CAMA ANTES

CAMA DESPUÉS

El pueblo es adorable, tiene un río, comercios, mercados e incluso un cine. Obviamente, que se encuentre a las afueras de París influye mucho en que sea un precio más asequible, pero tenemos un tren a 5 minutos de casa con línea directa a una de las estaciones centrales de la ciudad y un montón de autobuses, entre ellos uno que me deja en la entrada de Disney.

Lo que más nos echaba para atrás era el hecho de que el apartamento estaba sin amueblar, lo cual supondría una comedura de cabeza extra y un desembolso interesante. Aquí es donde llegó el destino otra vez y me hizo comentar la situación delante de un compañero de trabajo que se iba del país en diciembre y necesitaba deshacerse cuanto antes de sus muebles. Long story short: amueblamos media casa a precio amigo, recogiendo todos los muebles en un solo día y un único lugar. Bendito Edu, desde aquí te sigo deseando lo mejor en tu nueva vida en España.

En estado nuevo y a precio original sólo nos quedó por comprar el colchón y el sofá. Este último lo intentamos por segunda mano pero se quedaban casi igual de precio y todos estaban muy usados, así que decidimos invertir un poco más y elegimos un sofá-cama para que vengáis a visitarnos cuando queráis.

CANAPÉ

En enero, cuando subimos en coche, rematamos la faena trayendo la tele que Sergio tenía en su casa de Madrid (tele más Play, Switch, mandos varios y otros miles de cables que todavía no sé qué hacen aquí pero entretienen a mi señor y eso es lo importante).

Y esta es la historia de cómo encontramos un apartamento en París, lo llenamos de muebles que no tenían nada que ver unos con los otros y conseguimos que pareciese un hogar decente. No os recomiendo hacer una mudanza pero en caso de que os toque, os deseo suerte. Gracias por leerme,

Estela.

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