29 agosto 2020

Disney con mascarilla

Las últimas semanas, como os he contado, han sido ajetreadas. La guinda del pastel fue ir a despedirnos de los parques Disney. Debo reconocer que desde que tomamos la decisión de irnos de París, surgió en mi cabeza la duda de si visitar o no el parque por última vez.

Primero por el tema COVID y segundo porque yo ya no entro gratis. Pero hace un par de semanas mi amigo Manu, que todavía trabaja allí, me dijo que iba a dejar la empresa y también quería ir a despedirse del parque antes, así que tuvo el detallazo de pasarnos como invitados. GRACIAS MANU, ERES EL MEJOR Y ESPERO QUE TE VAYA GENIAL EN TUS NUEVOS PROYECTOS.


THE TWILIGHT ZONE

Empezamos por Studios porque el pobre da aún más pena de lo que ya daba y nos lo ventilamos en poco más de una hora. Crush, Ratatouille, algunas fotos y poco más (bueno, la Tower pero yo me quedé abajo esperando as always porque me da Terror). Lo mejor del mundo mundial fue entrar en Disneyland y volver a ver a mis compañeros en la entrada y mi castillo rosa de fondo. Fotos, fotos, fotos y Big Thunder Mountain directamente porque es la atracción por excelencia de mi felicidad.


Pasamos la mañana haciendo todas las atracciones y reservamos para ver el musical del Rey León después de comer. Fuimos a ver a Mickey como era de esperar y decirle que le vamos a echar mucho de menos. Además de las selfies con personajes, han puesto Cast Members haciendo fotos por el parque que luego retocan tu imagen para añadirle personajes, aunque esto ya se hacía en DisneyWorld cuando yo trabajaba allí, intento aplaudir todo avance de París por pequeño que sea. También monté por primera vez en Autopía y me decepcioné lo suficiente para no querer repetir nunca más. En fin, hicimos muchas cosas bellas y felices, lo pasamos muy bien y nos fuimos cuando empezó a llover porque no se os olvide que esto es París.


PETER PAN

¿Es posible disfrutar de Disney en pandemia? Pues la verdad, poder se puede y mejor de lo que yo pensaba. Hay muchas medidas de seguridad y parece que la gente las respeta, gel hidroalcohólico everywhere. AHORA; hay que tener muy claro que no es la misma experiencia de siempre. Si yo no viviese al lado y entrase gratis, no iría. Lo digo como lo siento.


Si ya conocéis los parques, tenéis un Pase Anual pagado y os hace ilusión venir, puedo entenderlo y creo que le podéis sacar partido, pero si vais a pagar precio completo más el riesgo del viaje o sois primerizos… Yo recomendaría esperar a que la situación mundial mejore.


¿Por qué opino así? Pues principalmente porque Disney NO es un parque de atracciones, es un parque temático que se disfruta por las experiencias que ofrece. Nadie viene a Disney por las atracciones, sino para abrazar a Mickey, ver la cabalgata y llorar con los fuegos artificiales. Nada de esto es posible hacerlo ahora. Las fotos con los personajes son con vallas de por medio y todos los espectáculos están cancelados. Bueno, no todos, el musical del Rey León lo han vuelto a hacer y aunque me encantó verlo, fue el lugar que más incómoda me hizo sentir porque no hay distancia de seguridad entre el público y los actores no llevan mascarillas ni nada (que lo entiendo por su trabajo, pero no dejan de estar cantando y sudando en directo).


FELICIDAD EN MASCARILLA


Me alegro muchísimo de haber tenido la oportunidad de decir adiós a Disneyland, ese lugar es la razón de que yo esté ahora donde estoy y haya vivido todas las cosas que os he ido contando por aquí. Solo puedo esperar que todo vaya a mejor y llegue el día en el que podamos volver a él sin mascarillas y sin riesgos para nuestra salud. Hasta entonces, cuidaros mucho y gracias por haber seguido mis aventuras en este blog que ya casi llega a su fin,


Estela.

22 agosto 2020

Estrasburgo

No es habitual en mí esto de escribir tan seguido, pero es lo que tienen los trayectos largos. El tren me hace bien, por lo visto, además es una manera de viajar que no había probado nunca antes y me ha agradado en todos los sentidos.

Y tanto tren viene a que tras nuestra semana de turistas en París, nos fuimos a hacer lo mismo un poco más lejos: a Estrasburgo. La razón principal de este viaje fue celebrar mi cumpleaños haciendo algo un poco diferente. Mi primera idea fue ir a Disneyland pero la deseché rápido porque es lo que hice el año pasado, tendría que pagar por la entrada y la experiencia no iba a ser la misma con todo esto del COVID. Como en París tampoco tengo muchos amigos con los que hacer fiestas, finalmente me decidí por visitar alguna ciudad de Francia a la que le tuviese ganas.


¿Por qué Estrasburgo? Me la había recomendado mi profe de francés hace algún tiempo cuando le comenté que quería conocer más partes del país estos meses. Busqué información sobre ella y vi que era pequeñita, una ciudad recomendable para visitar en un par de días que es justo lo que necesitaba. Y para rematar, encontré billetes de tren baratos que salían de la estación más cercana a mi casa: desde la Gare de l’Est en París hasta la Estación Central de Estrasburgo, menos de tres horas de viaje, 50€ ida y vuelta.


CIUDAD BELLA


Fue un acierto 100%. La ciudad es preciosa y además nos acompañó un clima agradable todo el tiempo. Llegamos el domingo y paseamos hasta el Airbnb, a unos 40 minutos de la estación. El apartamento me enamoró muchísimo, aunque no tenga nada que ver con la ciudad pero os dejo el enlace por si algún día tenéis ocasión. Barato, al lado de tres líneas diferentes de tranvía y tan bien decorado que yo soñaba que era mi casa de verdad y no tenía que dejarla nunca.


La ciudad se puede hacer a pie perfectamente, pero aun así el transporte público es muy recomendable. El tranvía pasa por todas partes y frecuentemente, desde la aplicación del móvil puedes comprar un billete válido ilimitadamente durante 24h por 3€ por persona. Y llega a cruzar la frontera con Alemania. Mágico.


El primer día cenamos Flammkuchen que es algo a lo que yo llamaría pizza de masa fina pero porque ya sabéis que yo soy muy inculta, y vimos un espectáculo de proyecciones en la fachada de la catedral que por lo visto hacen durante todo el verano y nosotros no teníamos ni idea.


El lunes era el gran día porque era MI DÍA. Y también porque teníamos mil cosas que ver. Habíamos reservado un Free Tour y resultó que fuimos los únicos clientes, así que tuvimos un guía “privado” durante un par de horas que nos enseñó todo lo que hay que ver en la ciudad y nos contó muchas anécdotas. Luego fuimos a comer Choucroute que sabe mejor de lo que parece, aunque mezcla demasiada carne para mi gusto. Eso sí, comparados con París, todos los menús nos parecían baratos. Y recordad, AGUA GRATIS, aunque Alsacia es una buena región de vino y cerveza si os gusta el alcohol.


CERVEZA ALSACIANA


Después de comer, repasamos las partes que más nos habían gustado del tour para disfrutarlas más lentamente. Bueno, y para hacerme fotos, no voy a mentiros. Fotos, fotos, fotos. Esta ciudad es tan de cuento que cualquier esquina es digna de Instagram. Las últimas horas que nos quedaban de abono de transporte las aprovechamos para cruzar la frontera. El pueblo alemán al que llega el tranvía se llama Kehl y no tiene absolutamente nada bonito, porque fue reconstruida tras la II Guerra Mundial de la manera más cutre. Pero merendamos batidos deliciosos y baratos, lo cual queda muy cool para en el futuro decir que celebré mi 29 cumpleaños en Francia y en Alemania a la vez.


BATIDO ALEMÁN


Me gustaría contaros que luego paramos por casa y nos preparamos para una noche de fiesta loca pero lo cierto es que estaba tan agotada que me medio dormí en el camino y pasamos la noche en casa bebiendo vino y jugando a juegos de mesa. Soplé cerillas en vez de las velas, porque se nos habían olvidado, comí chocolate y me reí mucho con el mejor novio del mundo, que es el mío.


Al día siguiente nos dio tiempo a entrar en la Catedral de Notre Dame de Estrasburgo, donde hay un reloj muy antiguo que cuando da la hora sale un apóstol a tocar las campanas de la muerte. Por lo visto si vas a mediodía y pagas 3€, ves a los doce apóstoles tocar las campanas. Nosotros nos conformamos con ver uno antes de ir a la estación y volver a casa en el tren en el que escribí este texto.


Parecía que la semana más ajetreada y agotadora desde el inicio de la pandemia había llegado a su fin, pero no fue así porque aún quedaba una sorpresa de última hora. Pero eso ya os lo cuento otro día, que estaréis cansados. Gracias por venir,


Estela.

16 agosto 2020

Despidiéndonos de París

Aunque aún queda medio mes para la mudanza, hemos decidido despedirnos de la ciudad esta semana porque prevemos que las siguientes vamos a estar demasiado ocupados vaciando la casa y planeando el viaje. Sergio y yo llevamos ya muchos meses viviendo juntos en París pero entre huelgas y pandemias, apenas hemos ido a turismear por la ciudad y teníamos un montón de cosas pendientes, es por ello que hicimos una lista de cosas que queríamos hacer en París antes de irnos.

Nos organizamos para salir cada dos días y así no saturarnos ni agotarnos demasiado, casi todos los sitios dejan comprar las entradas con antelación por internet así que en ese sentido fue muy cómodo. El lunes recargamos la tarjeta de transporte Navigo (22€ el abono semanal para todas las zonas) y empezamos la aventura parisina.


Nos estrenamos comiendo ramen en Kodawari Yokocho que estaba buenísimo pero hacerlo en un día que superaba los 30° no fue una gran idea. El local está super bien ambientado y tiene precios OK para ser Francia, pero hay que hacer cola en la calle durante un ratito porque no es muy grande. Por cierto, CONSEJO DE VIDA, en este país siempre dan agua gratis en los restaurantes, incluso sin que lo pidas, y no te miran mal por ello ni te obligan a consumir ninguna otra bebida.


Después teníamos entradas para el Museo del Louvre. Me daba vergüenza decir que he vivido en París y no he visitado su museo más famoso, pero lo cierto es que me interesaba igual que cualquier otro museo del mundo, o sea nada. Al menos no tuve que pagar porque estoy en el paro ni esperar colas porque ya teníamos la entrada pillada por internet, lo cual recomiendo a todo el mundo. La visita no me ayudó a comprender por qué la gente hace cola para fotografiarse con la Gioconda, yo sólo hago para ver a Donald, pero me permitió disfrutar de mi escultura favorita que es la cosa más bonita en la que he posado los ojos.


VICTORIA DE SAMOTRACIA
VICTORIA DE SAMOTRACIA

Al salir del Louvre paseamos por sus jardines, que tienen actualmente una feria sin música, pero duramos poco porque se acumulaban los adolescentes sin mascarilla a nuestro alrededor.


El martes descansamos y el miércoles volvimos a la carga desde por la mañana prontito para visitar las Catacumbas. Parada recomendadísima en verano, porque ahí abajo hace hasta frío, siempre que no os importe pasar a dos centímetros de muchos huesos de gente muerta. No hay cristal que separe del macabro arte y hay que subir muchas escaleras para salir, pero a mí me encantó. También entráis gratis si estáis en el paro.


Luego fuimos a comer a La Felicitá, una antigua estación de tren donde los vagones ahora hacen de quioscos donde pedir la comida. Es un sitio enorme con mucha variedad de comida y está precioso decorado. CONSEJO DE VIDA, agua gratis en jarras a lo largo de la estación.


FELICITÁ
FELICITÁ

Por la tarde teníamos entradas para el Atelier des Lumieres, una exposición muy chula en la que los cuadros no están colgados en los muros si no que son proyectados sobre ellos. Muy relajante con la música y los cambios de imágenes, recomendadísimo si tenéis varios días en París (está alejadillo del centro), son 15€ por persona.


Al salir andamos para disfrutar de la ciudad camino al parque Buttes-Chaumont, que por lo visto es precioso pero cuando llevábamos 10 minutos en él empezó una tormenta importante y decidimos irnos porque estábamos cansados, mojados y a tomar por saco de casa. Lo mejor de este fracaso fue probar por primera vez un Bubble Tea por el camino, que no es algo típico francés pero me hizo ilusión porque siempre lo bebían en una de mis series favoritas.


Jueves descansito y viernes último día en la ciudad. Yo lo empecé yendo a comer con Raquel a La Recyclerie, un sitio muy BIO con gallinas, huerto y de todo, incluso unas vías de tren. Lejísimos de la vida, en el norte de la ciudad, pero mereció la pena totalmente para disfrutar de nuestra úlima comida como amigas en París. Dios mío, qué horrible suena decirlo así, ni os imagináis la pena que me da decir adiós a Rak que ha sido mi pilar fundamental en esta hostil ciudad y me ha ayudado en todo, desde traducirme textos y escribirlos a estar 7 horas conmigo en la sala de un hospital, pasando por una mudanza. Te voy a echar muchísimo de menos, joderrrrr. Madrid volverá a unirnos antes o después, eso está claro.


Au revoir, amiga.
AU REVOIR, AMIGA.


Después del momento chicas, se nos unieron Sergio y Jesús para visitar la réplica de la Estatua de la Libertad que hay en el Sena. Es pequeña y pasa desapercibida, pero resulta curiosa y tiene un gimnasio al aire libre justo debajo. Todo muy fuera de lugar, lo cual me encanta. Y tras las despedidas pertinentres, mi señor y yo vivimos momento turista máximo subiendo a la Torre Eiffel como no podía ser de otra manera. Cogimos el ascensor hasta el piso más alto, que también me salió gratis porque Francia es el paraíso de las ayudas sociales por lo visto y yo las quiero disfrutar a tope, y vimos allí el atardecer. Muy romántico todo de no ser por las mascarillas y porque la punta es enana y te chocas con todo el mundo y en tus fotos salen las vallas de seguridad. Esperamos a que se hiciese de noche y encendieron las lucecitas y la verdad que fue muy bonito; me parece una parada obligada de esta ciudad a no ser que tengas vértigo.


Terminamos comiendo un crêpe de camino al Metro, paseando junto al Sena y así nos despedimos de este lugar al que nos mudamos sin tener ni idea de lo que se nos venía encima. Nunca sabremos si París nos hubiese gustado más de no ser por la pandemia o si se habría convertido en nuestro hogar por más tiempo. Lo que sí sabemos es que ahora tocan cosas nuevas y que, aún con sus muchas cosas malas, ha sido un placer.


Y bueno, aquí lo dejo que este post ha sido más largo de lo que planeaba pero es que tenía muchas cosas que contar y además estoy en un viaje de tres horas en tren en el que me sobra el tiempo. Si habéis llegado hasta aquí, perdón y gracias, sois los mejores.


Estela.

07 agosto 2020

Nos vamos

No me puedo creer que por fin esté escribiendo esto. Los últimos meses han sido eternos, Sergio y yo hicimos cuarentena hasta finales de junio que abrieron fronteras con España y pudimos bajar a casa.

Como ya no había Estado de Alarma, antes de volver a España hicimos un intento de vida normal en París pero fue tan incómodo que volvimos a encerrarnos voluntariamente. Muy poca gente llevaba mascarilla y en el transporte público es casi imposible mantener la distancia de seguridad. Como aquí no conocemos mucha gente, no teníamos grandes tentaciones de salir y nos conformábamos con andar por nuestro pueblo, que es muy tranquilo. Aun así, yo no veía la hora de poder ir a Madrid con mi familia. 


VACACIONES


Lo disfrutamos muchísimo y estuvimos rodeados (con medidas de seguridad por medio) de nuestra gente, afortunadamente todos sanos. Tuvimos que obligarnos a volver porque estamos pagando un alquiler en París y ahora tenemos que planear una mudanza a no sabemos dónde.


Y sí, nos vamos. Disney me envió un email para decirme que mi candidatura no va a avanzar por el momento, que me meten en la bolsa de empleo de la empresa para futuras oportunidades y decidí que la experiencia ha llegado a su fin. Yo vine a París por el señor Mickey Mouse pero si él ya no me necesita, COJO LA PUERTA Y ME VOY. Fuera dramas, la verdad es que vine para aprovechar una increíble oportunidad de aprender francés y trabajar en un lugar mágico y si no es posible extenderla, prefiero irme. La vida en París no me ha gustado demasiado y ya me urge empezar una aventura nueva.


Cuando fui a vaciar mi taquilla la semana pasada me sorprendí a mí misma de lo poco triste que estaba (1.7/10). Más bien al contrario; me libro de trabajar expuesta a Guests que se saltan las medidas de seguridad y de tomar el transporte público todos los días. Además Sergio tampoco trabaja ahora así que es el tiempo ideal para aprovechar el verano descubriendo los alrededores de París y despedirnos de la ciudad. Y quién sabe, a lo mejor hasta pasamos a decir adiós de manera oficial al castillo.


TE ECHAMOS DE MENOS


Lo peor de esta situación ha sido no poder despedirme de nadie del trabajo y que, debido a la mudanza, tuvimos que dejar a Mushu en Madrid. Pero estando las cosas como están, me alegro mucho que eso sea todo por lo que puedo lamentarme. Estamos bien y los nuestros también, ya encontraremos algo que hacer con nuestras vidas en los próximos meses. Quizás incluso abra un nuevo blog.


De momento, gracias por leerme. Y seguid cuidándoos mucho que esto no ha acabado,


Estela.