16 agosto 2020

Despidiéndonos de París

Aunque aún queda medio mes para la mudanza, hemos decidido despedirnos de la ciudad esta semana porque prevemos que las siguientes vamos a estar demasiado ocupados vaciando la casa y planeando el viaje. Sergio y yo llevamos ya muchos meses viviendo juntos en París pero entre huelgas y pandemias, apenas hemos ido a turismear por la ciudad y teníamos un montón de cosas pendientes, es por ello que hicimos una lista de cosas que queríamos hacer en París antes de irnos.

Nos organizamos para salir cada dos días y así no saturarnos ni agotarnos demasiado, casi todos los sitios dejan comprar las entradas con antelación por internet así que en ese sentido fue muy cómodo. El lunes recargamos la tarjeta de transporte Navigo (22€ el abono semanal para todas las zonas) y empezamos la aventura parisina.


Nos estrenamos comiendo ramen en Kodawari Yokocho que estaba buenísimo pero hacerlo en un día que superaba los 30° no fue una gran idea. El local está super bien ambientado y tiene precios OK para ser Francia, pero hay que hacer cola en la calle durante un ratito porque no es muy grande. Por cierto, CONSEJO DE VIDA, en este país siempre dan agua gratis en los restaurantes, incluso sin que lo pidas, y no te miran mal por ello ni te obligan a consumir ninguna otra bebida.


Después teníamos entradas para el Museo del Louvre. Me daba vergüenza decir que he vivido en París y no he visitado su museo más famoso, pero lo cierto es que me interesaba igual que cualquier otro museo del mundo, o sea nada. Al menos no tuve que pagar porque estoy en el paro ni esperar colas porque ya teníamos la entrada pillada por internet, lo cual recomiendo a todo el mundo. La visita no me ayudó a comprender por qué la gente hace cola para fotografiarse con la Gioconda, yo sólo hago para ver a Donald, pero me permitió disfrutar de mi escultura favorita que es la cosa más bonita en la que he posado los ojos.


VICTORIA DE SAMOTRACIA
VICTORIA DE SAMOTRACIA

Al salir del Louvre paseamos por sus jardines, que tienen actualmente una feria sin música, pero duramos poco porque se acumulaban los adolescentes sin mascarilla a nuestro alrededor.


El martes descansamos y el miércoles volvimos a la carga desde por la mañana prontito para visitar las Catacumbas. Parada recomendadísima en verano, porque ahí abajo hace hasta frío, siempre que no os importe pasar a dos centímetros de muchos huesos de gente muerta. No hay cristal que separe del macabro arte y hay que subir muchas escaleras para salir, pero a mí me encantó. También entráis gratis si estáis en el paro.


Luego fuimos a comer a La Felicitá, una antigua estación de tren donde los vagones ahora hacen de quioscos donde pedir la comida. Es un sitio enorme con mucha variedad de comida y está precioso decorado. CONSEJO DE VIDA, agua gratis en jarras a lo largo de la estación.


FELICITÁ
FELICITÁ

Por la tarde teníamos entradas para el Atelier des Lumieres, una exposición muy chula en la que los cuadros no están colgados en los muros si no que son proyectados sobre ellos. Muy relajante con la música y los cambios de imágenes, recomendadísimo si tenéis varios días en París (está alejadillo del centro), son 15€ por persona.


Al salir andamos para disfrutar de la ciudad camino al parque Buttes-Chaumont, que por lo visto es precioso pero cuando llevábamos 10 minutos en él empezó una tormenta importante y decidimos irnos porque estábamos cansados, mojados y a tomar por saco de casa. Lo mejor de este fracaso fue probar por primera vez un Bubble Tea por el camino, que no es algo típico francés pero me hizo ilusión porque siempre lo bebían en una de mis series favoritas.


Jueves descansito y viernes último día en la ciudad. Yo lo empecé yendo a comer con Raquel a La Recyclerie, un sitio muy BIO con gallinas, huerto y de todo, incluso unas vías de tren. Lejísimos de la vida, en el norte de la ciudad, pero mereció la pena totalmente para disfrutar de nuestra úlima comida como amigas en París. Dios mío, qué horrible suena decirlo así, ni os imagináis la pena que me da decir adiós a Rak que ha sido mi pilar fundamental en esta hostil ciudad y me ha ayudado en todo, desde traducirme textos y escribirlos a estar 7 horas conmigo en la sala de un hospital, pasando por una mudanza. Te voy a echar muchísimo de menos, joderrrrr. Madrid volverá a unirnos antes o después, eso está claro.


Au revoir, amiga.
AU REVOIR, AMIGA.


Después del momento chicas, se nos unieron Sergio y Jesús para visitar la réplica de la Estatua de la Libertad que hay en el Sena. Es pequeña y pasa desapercibida, pero resulta curiosa y tiene un gimnasio al aire libre justo debajo. Todo muy fuera de lugar, lo cual me encanta. Y tras las despedidas pertinentres, mi señor y yo vivimos momento turista máximo subiendo a la Torre Eiffel como no podía ser de otra manera. Cogimos el ascensor hasta el piso más alto, que también me salió gratis porque Francia es el paraíso de las ayudas sociales por lo visto y yo las quiero disfrutar a tope, y vimos allí el atardecer. Muy romántico todo de no ser por las mascarillas y porque la punta es enana y te chocas con todo el mundo y en tus fotos salen las vallas de seguridad. Esperamos a que se hiciese de noche y encendieron las lucecitas y la verdad que fue muy bonito; me parece una parada obligada de esta ciudad a no ser que tengas vértigo.


Terminamos comiendo un crêpe de camino al Metro, paseando junto al Sena y así nos despedimos de este lugar al que nos mudamos sin tener ni idea de lo que se nos venía encima. Nunca sabremos si París nos hubiese gustado más de no ser por la pandemia o si se habría convertido en nuestro hogar por más tiempo. Lo que sí sabemos es que ahora tocan cosas nuevas y que, aún con sus muchas cosas malas, ha sido un placer.


Y bueno, aquí lo dejo que este post ha sido más largo de lo que planeaba pero es que tenía muchas cosas que contar y además estoy en un viaje de tres horas en tren en el que me sobra el tiempo. Si habéis llegado hasta aquí, perdón y gracias, sois los mejores.


Estela.

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