Estos días he estado centrada en la entrega de mis TFGs así
que no he tenido mucho tiempo de escribir. Pero si soy sincera tampoco tenía
ganas porque últimamente parece que no hay muchas cosas buenas que contar, y
tampoco me gustaría venir aquí sólo a quejarme.
La semana pasada tuve un horario de cierre, como os comenté,
por lo que estuve bastante confinada al trabajo-casa-trabajo durante seis días
seguidos, no salí en toda la semana y estaba de bastante mal humor. El fin de
semana la cosa mejoró, aproveché el viernes para descansar y hacer Skype con
varias personas a las que echo de menos y el sábado fui a París con Raquel,
llovió pero menos la que primera vez y me llevó a ver la iglesia de Montmartre.
Hay que subir muchas escaleras pero también hay un funicular mágico que te
lleva hasta arriba. Lo mejor de todo es si sabes de su existencia ANTES de
subir, yo ahora lo sé.
También pasamos por el Moulin Rouge, al que nos gustaría ir
algún día para ver el espectáculo. Algún día cuando seamos ricas, eso sí.
MOULIN ROUGE
El domingo me tocó volver al trabajo, pero con la mentalidad
de que eran sólo cuatro días esta vez y además en horario de mañana. El
problema de esta semana llegó el lunes, os voy a contar por qué.
El contrato que yo he venido a hacer en Francia es lo que
aquí llaman un Contract Pro. Es para gente que venimos a aprender, además de
trabajar. En este caso, Disney ofrece un año de trabajo en los parques más dos
cursos: un curso de idioma y otro de Guía turístico. De las 35 horas semanales
que trabajo, 5 son de dichos cursos, y al final del contrato nos darían dos
diplomas. Pues el lunes fue el primer día de clases, donde nos explicaron de qué
va la movida.
El curso de Guía turístico me parece bien, no me va la vida en
ello tampoco, pero puede ser interesante tenerlo en el currículum y además el
trabajo final es crear nuestro propio recorrido por el parque para presentarlo
ante un jurado. Me parece curioso. Es el curso de idioma el que me ha
descolocado porque … redoble de tambores … es en inglés. Sí, señoras, después de
dos años viviendo en EEUU vengo a París a aprender francés y me dicen que me
van a enseñar inglés. En el examen de nivel saqué un 94/100 y me dijo la
profesora que a mí no me hacían falta esas clases. Le dije: “Ya, mujer, ya, es
que a mí en la entrevista me dijeron que tendría clases de francés”. Una
entrevista que hice en inglés, además. Conclusión, nadie entiende nada, pero no
hay clases de francés en las que meterme así que nos quedamos como estamos.
Afortunadamente, estoy rodeada de gente maravillosa que me
está ayudando un montón e incluso se ha ofrecido a dejarme sus libros de
gramática y darme clases si lo necesito. Además, al tener las tardes libres he
estado yendo a los parques, al cine (otro día hablamos de lo maravillosa que es
la nueva película de Aladdín, por favor), a cenar… y he podido disfrutar, que
es lo que he venido a hacer aquí.
Estela.